PAT METHENY Y/O JOHN ZORN
Tap, Book of Angels Volume 20
Resulta desde un
inicio definir si este trabajo pertenece a Pat Metheny o John Zorn, así es que
vamos por partes, corresponde este a la entrega número 20 de la serie musical
compuesta por John Zorn Book
of Angels, la cual para esta entrega cuenta con la
participación de Pat
Metheny.
The Book
of Angels de John
Zorn se constituye en el proyecto jazzístico más interesante tanto a nivel
musical como interpretativo en la primera década del nuevo milenio. Este
proyecto encuentra su génesis en una de las tantas formaciones con las que Zorn
realiza para sus diferentes proyectos musicales, en este caso el jazz, bajo el
nombre de Masada, para la cual había compuesto alrededor de 200 temas. Tras una
relativa exitosa discografía con el mencionado grupo, en el año 2004 el
saxofonista se encuentra con un elevado número de nuevas composiciones,
alrededor de 300 adicionales y, con el fin de dar vida a todo este nuevo bloque
de piezas y no saturar a los escuchas, pone en marcha lo que denomina Masada
Book 2, también conocido como The Book of Angels, este segundo libro no fue interpretado por la banda
anteriormente citada, ya que la idea principal era
encargar cada disco o propuesta a un músico o a un grupo diferente, lo que
permitía a este proyecto dotarlo heterogeneidad y pluralidad, algunos interpretados
a pedido de Zorn y
generalmente con músicos pertenecientes a su sello discográfico Tzadik y en otros casos, simplemente corresponde a
peticiones realizadas a este genio por músicos que conocen de su trabajo, de
tal manera que este les seleccionara algunos temas a interpretar. Entre estos
se encuentran Marc Ribot, Medeski Martin & Wood, Ben Goldberg Mark Feldman
& Sylvie Courvoisier, Uri Caine, Erik Friedlander, Medeski-Marti &
Wood, e incluso el mismísimo Joe Lovano.
Las composiciones cuentan
con una melodía base y una serie de reglas para interpretar el tema, tal y como
son las tonalidades o modos en las cuales tocar, el tempo y otra serie de
reglas, lo cual da la posibilidad al intérprete de improvisar o de “componer”
el resto del tema. Es así como mediante una charla vía email, Metheny le
comenta a Zorn acerca de sus ganas de interpretar algunas de las canciones de
este libro y, siendo fanáticos el uno del otro, pero sin haber trabajado
conjuntamente y confiando en lo señalado por Metheny, quien indica que podría
aportar valor a esta serie de interpretaciones, Zorn no duda y acepta la
propuesta, e hizo una selección de canciones para el brillante guitarrista. A
este respecto Metheny comenta que el trabajo empezó a partir de la
improvisación, analizando los parámetros de estas canciones y viendo cuales
eran las posibilidades musicales e instrumentales que las reglas le permitían.
La improvisación empezó con el arsenal instrumental que finalmente sería el que
utilizaría en el disco: guitarras, sitar, bajo, tiple, teclados, bandoneón,
percusión, fliscorno y el sistema orchestrionics que diseñó para su álbum
“Orchestrion” (un set de instrumentos controlados mediante medios electrónicos
que permite a Metheny tocarlos todos a la vez, algo así como una pianola
multi-instrumental), con el acompañamiento de Antonio Sánchez, el increíble
baterista con el cual ha trabajado en los últimos 11 años.
De allí lo enunciado
inicialmente respecto a si nos encontramos
ante el mundo musical de John Zorn o por el contrario en el de Pat Metheny. La
respuesta por rara u obvia que pueda parecer,
es que nos encontramos ante ambos mundos musicales. Uno, el de la composición
de Zorn y otro, configurado por la manera de entender y muy especialmente la
forma tan personal que tiene de interpretar Metheny, confirmándose esto con el
hecho de que el presente trabajo aparece
publicado de forma simultánea en el sello discográfico de John Zorn, Tzadik y en Nonesuch Records, la discográfica en donde publica Pat Metheny la
generalidad de sus trabajos, con la singularidad de contar con carátulas
diferentes. Lo
mejor que se puede indicar de esta grabación es que el de Missouri recoge el
espíritu de las composiciones de John Zorn, con un marcado aroma a la música
folclórica de inspiración judía, y les aporta su matiz como fenomenal
guitarrista. Su estilo agresivo por momentos se ajusta perfectamente a la
intensidad de una parte de las composiciones de Zorn. Del mismo modo sabe
recoger el guante que suponen los temas a medio tiempo habituales en el
repertorio del judío. Con ello el CD transcurre sin perder un ápice de interés
tema a tema, hasta dibujar seis composiciones desarrolladas con mucha
paciencia. No en vano Metheny se encargó de la grabación en su estudio casero a
lo largo de varios años, pudiendo experimentar con mezclas de timbres y
superposición de múltiples capas, no solo en lo que a las guitarras se refiere.
Es entonces, una estupenda
grabación para la serie The Book of Angels de John Zorn y la discografía
de Metheny, que realza no sólo los planteamientos compositivos de Zorn sino así
mismo, las excelentes cualidades innovadoras y sonoras de Pat Metheny, resulta
entonces
The Book of Angels, uno de los proyectos más interesantes que podemos
encontrar actualmente en cualquier estilo de música y no solo en jazz por
cantidad, calidad y variedad.
John Zorn
es de esos hombres que lanzan, lanzan y lanzan música sin parar, en un abanico
gigante de estilos musicales, la música de Zorn es bastante arriesgada en
cierto sentido.Zorn es un experimentador y siempre se ha manejado con lenguajes
musicales en donde la experimentación es algo fundamental. Dentro de su
gigantesca discografía, la cual alcanza más de 400 álbumes, nos encontramos con
jazz, improvisación libre, rock, heavy metal, hardcore punk, noise rock,
klezmer y otras tradiciones judías, música clásico-contemporáneo, música para
películas, etc. Una vez más, John Zorn demuestra que no tiene nada que
envidiarle como compositor a ninguno de los más reconocidos, ya que su abanico
musical es tan grande que no hay tiempo ni palabras para clasificar cada uno de
los estilos que lo conforman. Es un hombre con ideas originales y bien
desarrolladas, tanto en un nivel más tradicional por el lado melódico y
armónico como por el lado conceptual trayendo ideas y propuestas típicas de la
música clásico-contemporánea de la post-guerra del siglo XX
Es un hombre
inclasificable que salta de una punta a la otra constantemente. Bueno, sin ir
más lejos, este hombre nos presentó Masada, una banda que tocaba una mezcla de
jazz con klezmer en un ambiente super tonal y bastante accesible y un año antes
se encontraba con Naked City, una banda que llevaba la música a su estado de
mayor violencia y agresividad, plagada de cambios bruscos en temas que no
llegaban al minuto
Metheny y Zorn, además
de ser coetáneos, pluralistas y tener una enorme capacidad técnica para
transmitir sus ideas, se han caracterizado por la inteligencia para planificar
sus respectivas carreras, quedando claro, que ambos expresan estéticas
diametralmente opuestas, de allí que la sociedad materializada en Tap – Book
of Angels Volume 20 tenga un perfil inesperado. La melodía basada en
escalas de Oriente Medio nos devuelve al planeta Zorn. Los universos de ambos
músicos se complementan, dialogan y crean un ente con carácter propio
EL DISCO
Uno
de los factores distintivos de la serie Masada Book Two – Book of Angels es
que los títulos de todas las composiciones que la integran están coligados a la
iconografía del mundo de los ángeles y a su representación como mensajeros de
Dios en la Biblia hebrea. En este álbum titulado “Tap: John Zorn’s Book of Angels, Vol.20” y
lanzado en Mayo del año 2013, nos encontramos con 6 de las centenares de
canciones de este libro. El álbum es estilísticamente bastante versátil. Aunque
hay una gran predominancia de influencias de tradición judía con una base de
klezmer y músicas de medio oriente, ya que las melodías e ideas principales de
las canciones fueron compuestas por Zorn en esa índole, el álbum va viajando
entre ambientes semi-rockeros, acústicos tranquilos, unos tonos jazzeros, un
lado algo progresivo y bastante experimentalismo. “Tap” está cargado de
detalles. Aunque obviamente hay 2 planos, el melódico y el acompañamiento, se
puede desmantelar el 2do y notar pequeños detalles, tanto percusivos como melódicos,
que le dan color y vida a toda esta música. No hay ningún tema que sea
simplemente de 3 o 4 instrumentos. Como viene siendo habitual en sus últimos
trabajos, Metheny utiliza partes de su orquesta mecánica. El material de Tap
aunque teóricamente se prestaría más a la rigidez de este aparato, el
guitarrista probablemente tuvo en cuenta las críticas acerca del sonido poco
conseguido de la batería (especialmente en lo referente a las dinámicas),
motivo por el que cuenta con la presencia de su baterista habitual Antonio
Sánchez. Aparte de las guitarras y el mencionado Orchestrion, Metheny toca bajo
y piano, y hasta se atreve con el fiscorno (tuvo que dejar la trompeta, su
primer instrumento, a los catorce años merced a una intervención dental). En todos los temas hay un arsenal
instrumental en un estilo minimalista que hace que la carga de instrumentos no
vaya para el lado de un contrapunto inmenso y así una decena de voces al mismo
tiempo, sino por un lado más tímbrico. Muchos instrumentos hacen lo mismo o
algo muy parecido y lo que se escucha no son 2 instrumentos, sino la sumatoria
que crea un timbre rico, complejo y diferente.
Debido a
que hay una edición lanzada por el sello Nonesuch y otra por el Tzadik (el
sello de Zorn), hay 2 arte de tapa diferentes, una para cada sello
discográfico.
Es claro
que Metheny adoptó 2 caras musicales. Por un lado, es evidente que en cada
canción hay planificación, tanto instrumental como en el desarrollo, ya que en
todos los temas podemos notar secciones con conexiones muy bien logradas y
arreglos que no suceden por arte de magia. Pero a su vez, siendo un jazzero,
hay mucha improvisación. Nos encontramos con excelentes solos de guitarra y
otros instrumentos del arsenal de este músico y participaciones en
constante cambio por parte de Antonio Sánchez. Metheny siempre ha sido un
maestro de estas 2 caras, que por lo general, deja en duda cuando empieza una y
termina la otra.
Tap dentro de la demonología es un príncipe y presidente en el Infierno, es el comandante de las sesenta y seis legiones de demonios, y que según la “llave menor de Salomón” es el rey y príncipe de la región del sur del infierno y la tierra. En hebreo su nombre es Gaap, el controlador del agua, siendo dentro del diccionario infernal un demonio acuático.
Tap
Book of Angels Volume 20
Pat Metheny plays Masada
Book Two
Todas las
composiciones por John Zorn.
- Pat
Metheny: Guitarra eléctrica y acústica, guitarra barítono, guitarra sitar, así
como otros instrumentos.
- Antonio
Sánchez: Batería.
- Willow
Metheny: Voces.
01.
Mastema 7:20
02. Albim
9:07
03.
Tharsis 5:54
04.
Sariel 11:09
05.
Phanuel 10:55
06.
Hurmiz 06:12
Mastema (en la tradición hebrea simboliza al ángel que persigue al mal y lleva a cabo los castigos de Dios) Tap arranca en el álbum con un tema precioso titulado “Mastema” para los hebreos, un jefe de los demonios engendrados por ángeles caídos con las mujeres. Un preludio en sitar eléctrico -al que le siguen los mecanizados patrones provenientes del orchestrionic- sientan las bases para el impetuoso acceso de la batería de Antonio Sánchez sobre el que se asienta un leitmotiv en donde se distingue la unívoca autoría de John Zorn, la partitura alterna pasajes de cierta densidad con momentos incidentales donde la electrónica y la percusión subrayan la acción con variados efectos. La repetición motívica –tras un climático intermedio en sintes- otorga al material mayor familiaridad y solidez al tiempo que da a la exposición la capacidad para alcanzar su efecto pleno para, finalmente, difuminarse en una coda gobernada por electrónicos. Una pieza deliberadamente paradojal, a medio camino entre la mecanización de la música y la humanización de la máquina y cuya experiencia auditiva resulta de envidiable sencillez a pesar de su compleja construcción sonora, para los que acusan a Metheny de “blando” el tema termina con unas distorsiones, con ciertas influencias rockeras provenientes de la aguerrida batería de Antonio Sánchez. Ya desde el inicio nos damos cuenta de las evidentes influencias de tradición judía. Pero a su vez notamos, por el lado de Zorn, esa deformidad musical, utilizando un compás de 10/16. Por el lado de Metheny, quien es el que eligió el instrumental y le dio forma a esta música, es claro que aquí se aleja de su sonido más jazzero y se acerca a esas influencias de otras tradiciones musicales ajenas a lo anglosajón. A la vez, el riff que da inicio a la canción recuerda mucho al trabajo de Robert Fripp en los’80 con su String Quintet. Luego de la introducción de la melodía principal, empezamos a escuchar la guitarra improvisada de Metheny con un sonido totalmente ajeno al que estamos acostumbrados. No hay nada de ese sonido de micrófono de puente con un timbre suave con pocos agudos. Acá nos encontramos, en los 2 casos de improvisación, con un Metheny distorsionado y sucio a un punto chirriante y destructivo. Lo interesante es que en cada caso, el sonido de la guitarra es diferente y ambas improvisaciones son muy diferentes. Es que Metheny siempre comenta que detesta usar efectos de guitarra como un simple coloreo del sonido. El usa muy pocos efectos y cada efecto lo piensa como instrumento diferente. La canción a su vez está plagada de detalles que la acercan a algo electrónico experimental, dándole una identidad muy particular.
Albim (el ángel encargado de custodiar la puerta del viento Norte) tema amable y sensual acústico con una melodía de gran belleza en la que podemos escuchar la guitarra barítono, otra de las “sospechosas habituales” de Metheny últimamente, acompañado perfectamente por Antonio Sánchez y algún instrumento más como el bandoneón. “Albim”; empieza con una guitarra acústica tranquila. El ambiente general del tema es así, más allá de que a los pocos minutos se eleva. Tal vez sea en este tema en donde menos se siente la presencia de Zorn, llevándonos al lado más jazz acústico de Metheny. La batería de escobillas de Antonio Sánchez ayuda mucho a lograrlo. Nuevamente, podemos notar como Metheny tiene un concepto totalmente diferente con la guitarra acústica, ya que sus solos y participaciones son muy distintas a lo anterior, más allá del ambiente generado. Albim da inicio con un delicado preludio en guitarra acústica que –debido a cierta blandura llorica – recorre la impronta de alguna balada ya escuchada en la discografía de Metheny. Sin embargo a partir del acceso a la secuencia tonal que caracteriza a la partitura todo parece girar en dirección al espacio que delimita el third stream con la música clásica contemporánea. El remate incluye una falsa recapitulación con mayor dramatismo y un meditativo final acústico.
Tharsis (el ángel de las elecciones y decisiones en la vida) un tremendo tema interpretado cientos de veces por formaciones de Masada en vivo, pero que nunca ha sido editada en estudio, es un momento especial en la historia de los proyectos de Masada, exclusivamente para Metheny en una soberbia interpretación de casi 6 minutos, casi como si fuese una constante aquel número en este registro y otro buen ejemplo de música de Zorn vista por Metheny con un Antonio Sánchez aportando solidez y un ritmo llevado por las campanitas del Orchestrion. las brillantes facetas creadoras y sonoras del “hombre orquesta” en “Tharsis volvemos a ese paisaje de medio oriente en un ambiente bastante klezmer pintado por el lenguaje de tonos a lo Steve Reich de los últimos tiempos de Metheny. La melodía principal es muy interesante ya que parece un espiral interminable gracias a su carencia de pausas. Cuando empieza la parte de improvisación nos encontramos con el efecto de guitarra más conocido de Metheny. Aunque ha tenido varias caras en su instrumento, las 2 más conocidas son la limpia de timbre opaco bien jazzero y el de esta canción. Lo más interesante de este tema son la cantidad de detalles que decoran la melodía principal, además del acompañamiento que, unido a lo anterior, forma un contrapunto de laberinto. La gema está en el final con la participación de una guitarra eléctrica con un efecto que logra un grito destructivo. Las inflexiones de música tradicional judía y los ejercicios contrapuntísticos que dan vida a Tharsis desembocan en una sección media de carácter orquestal signada por la guitarra sintetizada de Metheny, a la cual le sobreviene un arrollador clímax en donde se re-expone el motivo original desde una perspectiva no demasiado lejana al art-rock.) El Orchestrion aparece de forma prominente. Los finger cymbals evocan percusiones folclóricas, la marimba repite la melodía de guitarra con obsesivo empeño y la entrada del bajo eléctrico, casi en contrapunto, mitigado por los interludios de piano.
Sariel (Ángel de la Muerte, príncipe de la Divina Presencia y según la Cábala uno de los regentes de la Tierra) La base rítmica de “Sariel” cuenta con un profundo regusto de los años setenta. Tanto la figura de batería como la armonía popera, las notas largas del solo y las guitarras acústicas rasgadas en la retaguardia bañan la música de Zorn en espíritu hippy. Comienza de manera sencilla, tema de corte oriental que se vuelve más complejo al irse añadiendo instrumentos y según pasan los minutos nos encontramos frente a un paisaje sonoro totalmente distinto, más cercano al jazz rock que Metheny ha realizado en ocasiones; las sonoridades electrificadas y con ciertos impulsos rockeros. “Sariel” nos transporta a un ambiente desértico cargado de detalles por el arsenal guitarrístico de la canción. Es muy interesante el ambiente imponente y gigante que se logra en la 1era sección, con una manada de guitarras rasgueadas acompañadas de solos destellantes, y el ambiente tranquilo y meditativo que le continúa, con un contrapunto lento de esas guitarras. Sariel transita un resbaladizo camino en donde convergen lo lírico y el dramatismo, la exploración y el costumbrismo, lo apolíneo y lo dionisíaco. El temperamento episódico de la pieza va hilvanando –con llamativo equilibrio- elementos de la diáspora judía, el pop-rock y el jazz orquestal en los que se alternan segmentos acústicos, guitarras distorsionadas, yuxtaposición de contrastes dinámicos e incursiones electrónicas experimentales. El resultado es sorprendentemente accesible y disfrutable.
Phanuel (el arcángel de la penitencia) es un tema etéreo, con algunas voces al comienzo y profusión de electrónica, “Phanuel” es la canción más tranquila del disco. Es la guitarra acústica quien tiene la voz principal durante el transcurso del tema, tanto en la parte de acompañamiento como en la solista. La introducción del tema, cercana por momentos a la melancolía del doom metal, dura más de cuatro minutos. Casi dos después empieza un solo de guitarra acústica. Sin embargo, nos encontramos con teclados y acordiones delirantes y experimentales en la 1er sección del tema y una percusión más que nada de platillos en la 2da, la cual no llega a marcarnos el pulso y ritmo, ayudando a mantener ese ambiente tranquilo y flotante durante la duración total. Es un tema muy contemplativo y reflexivo. Phanuel, tal vez la pieza más representativa del peculiar mundo estético de John Zorn, está elaborada en base a un collage de música electrónica y concreta, noise, vagas alusiones a Stockhausen, Partch y Cage e inserciones camerísticas vistas a través del prisma de lo gótico. Todo ello en contrastante equidistancia con el afable –pero protagónico- alegato de la guitarra acústica de Pat Metheny. En “Phanuel” prima el ambiente, la resonancia de un contexto tímbrico que camina con pesadez embriagadora.
Hurmiz (mencionada en el
Talmud como una de las hijas de Lilith, no es un ángel sino un súcubo) Cierra
el album la improvisación casi libre de “Hurmiz”, con melodía atonal de piano,
el Orchestrion desbocado y Maya Jasmine Willow, la hija pequeña del
guitarrista, invocando a su padre mientras este le chista rogándole silencio
(es lo que tiene grabar en el estudio de casa). Desde un principio nos
encontramos con un piano tonal pero totalmente loco y caricaturesco que resuena
mucho a las piezas de Erik Satie interpretado por Pat Metheny. Pero lo
interesante es que a los pocos segundos aparece Antonio Sánchez con un
interminable e increíble solo de batería, demostrando que este hombre
trasciende el lenguaje de jazz y puede llegar a niveles de experimentalismo
increíble. Más llamativo aún son los planos del tema, ya que, por más que el
piano sea el único instrumento melódico, debido a su repetición y poca
variabilidad y por ende carencia de factor sorpresa, este se encuentra en un
segundo plano y es la percusión que nos mantiene atentos constantemente. Las
riesgosas perplejidades de Hurmiz, pieza que conjuga el free-jazz y la
libre improvisación con el concepto de “eventual tunes” desarrollado por
John Zorn. Aquí, con Pat Metheny abocado al piano de manera
excluyente y con particular lucimiento de Antonio Sánchez mediante una
abrasiva intervención en batería
Algo que sucede en
cada canción excepto en “Tharsis” y “Hurmiz”, es que cierran con una coda que
generalmente va hacia un lado más experimental y de improvisación libre, como
si de a poco nos fueran anunciando el final del disco. En el 1er tema nos
encontramos con una especie de remix desenfrenante de un solo de la guitarra
que cierra el tema. En el 2do con un pasaje con enlaces de acordes inconexos,
dejando un ambiente impresionista cargado de duda. “Sariel” cierra con
una improvisación libre entre una guitarra super distorsionada y chillante y la
batería de Antonio Sánchez. Finalmente “Phanuel” cierra con una coda
oscura y grave dejando una sensación apocalíptica. Es verdad que estas codas
poco tienen que ver con lo que les precedía y en cierto modo no tienen sentido
alguno, o sea, no tienen mucha razón de ser en el discurso de cada canción. Sin
embargo, están muy bien logradas y tienen gran valor. Tal vez es una intención
de ruptura descontextualizada que de alguna forma borra todo lo escuchado
previamente, como una limpieza sonora, y así empezar el siguiente tema con los
oídos en un estado neutro.
Se puede decir que Tap es de notable muy alto, un disco en el que Pat Metheny ha utilizado las composiciones de John Zorn para ofrecernos algunas pinceladas de lo que ha sido su música durante años. Y ahora a esperar a ver qué nos ofrecen estos dos genios, que -conociéndoles- seguro que no tardan mucho.
Se puede decir que Tap es de notable muy alto, un disco en el que Pat Metheny ha utilizado las composiciones de John Zorn para ofrecernos algunas pinceladas de lo que ha sido su música durante años. Y ahora a esperar a ver qué nos ofrecen estos dos genios, que -conociéndoles- seguro que no tardan mucho.
Lo cierto es que, a
pesar de la similitud entre los materiales melódicos de los seis temas, cada
uno es un mundo. Tap no es un experimento con gaseosa. Se trata de una
obra muy especial, de la confluencia de dos de los mayores talentos de los
últimos treinta años, de un proyecto enhebrado con tanto cuidado como
irreverencia. Ante dos músicos tan peculiares y controvertidos, sobre los que
todo el mundo tiene una opinión, este trabajo puede hacer las delicias de los
fans de uno y de otro, o bien permitir redescubrirles a quienes ya les habían
olvidado.
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